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El interior de Gipuzcoa Arantzazu-Oñati-Loiola-Bergara
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Dicen que el pintor Zuloaga la llegó a llamar "la
Toledo vasca", y a decir verdad no le faltaba razón, ya que
esta villa de innumerables vicisitudes históricas le ofrece al
visitante una vasta riqueza monumental y perlas de la categoría
de la Universidad de Oñati. Además, entre sus vistosos alrededores
guarda el que puede ser el santuario dedicado a la Virgen María
más famoso de toda Euskal Herria: el de Arantzazu. Tal y como demuestran los monumentos megalíticos de sus alrededores, este paraje ha estado poblado durante largo tiempo, sobre todo desde el Neolítico y la Edad de Bronce. De todas formas, la Oñati que conocemos hoy en día surgió entre los siglos XIII y XIV; el primer documento que muestra de forma fehaciente su existencia data del principios del siglo XIV. La historia de los siglos posteriores estuvo marcada por las luchas entre familias (guerras banderizas), las ansias de libertad de sus pobladores y la vida a caballo entre dos territorios. De hecho, hay que decir que Oñati constituye un caso único dentro de Gipuzkoa, ya que, en vez de vivir bajo la soberanía directa del Rey (como el resto del País Vasco peninsular), fue durante varios siglos primero Señorío y más tarde Condado. Ello quiere decir que generación tras generación su población vivió sometida a los designios de una familia de nobles: los Señores de Oñati. Mientras la mayoría de casos parecidos fueron incorporándose a la Corona durante los siglos XV y XVI (Arrasate, Ganboa, Araia...), Oñati siguió siendo la principal excepción. Por tanto, sus pobladores insistieron todavía con más ímpetu en obtener la libertad que llevaban buscando desde hacía tanto tiempo, con revueltas pero también legalmente por medio y con la ayuda del Consejo y de la Junta Eclesial. Finalmente, aun habiendo perdido el proceso judicial para disfrutar del Fuero de Gipuzkoa en 1652, los oñatiarras vieron cómo gracias al alejamiento de los Condes de Gebara y a la venida de nuevas ideas políticas el Consejo de Oñati fue tomando cada vez más fuerza, hasta que en 1845, por medio de la supresión de los derechos señoriales mediante decreto, Oñati pudo por fin cumplir su deseo de integrarse en Gipuzkoa. Por lo que respecta a las luchas entre clanes, hay que decir que fueron muy duras en esta zona, sobre todo las que se libraron entre los gamboínos de Lazarraga y los oñacinos de Uribarri. Finalmente llegaron la paz entre ellos y el cambio de poder municipal, hasta que en 1747 comenzó a erigirse el nuevo ayuntamiento. Todavía podemos ver en su escudo heráldico los respectivos símbolos de ambos bandos: el águila y el ciervo. Para finalizar, debemos subrayar la importancia que en la historia de la villa ha tenido la Universidad de Sancti Spiritus, fundada en 1542 por el Obispo de Ávila Rodrigo Sánchez de Mercado Zuazola, y que con ocasionales problemas siguió dando clases hasta 1901, por lo que tuvo una importancia decisiva en la cultura vasca de esos siglos. Para terminar la visita a Oñati, tomaremos la calle
Lazarraga para toparnos con la casa Otaudi Jausoro y su curioso balcón
haciendo esquina; hacia la izquierda, en este punto se encuentra la Torre
Urain, ya en la calle Arantzazuko Ama y que por tanto puede constituir
el aperitivo antes de subir hasta el Santuario del mismo nombre.
Este elegante pueblo, situado en las faldas del monte Izarraitz, es conocido,
aparte de por su eterna rivalidad con su vecina Azpeitia y por constituir
una inagotable cantera de pelotaris, por sus Caballeritos ilustrados y
los palacios en los que vivían. De todas formas, ya existía
a principios del siglo XI, aunque con otro nombre: San Martin de Iraurgi.
Fue fundada como villa en 1324 y logró, junto con otras tres, la
condición de Villa Mayor. Prueba de su importancia histórica
lo constituye que el Corregidor viviera allí o que cada tres años
fuese la sede de la Diputación. En 1457 se le dio le nombre por
el que la conocemos hoy en día.
Los años 1763-66 fueron de gran importancia no solo en la historia de Azkoitia sino también en la de álava, Bizkaia y Gipuzkoa. En esos años, Francisco Muniabe Idiakez (1723-85), Conde de Peñaflorida, constituyó un grupo cultural junto con otros nobles ilustrados, con el fin de revitalizar la cultura vasca y promover la investigación científica en el País Vasco, a modo de lo que por aquel entonces realizaban los enciclopedistas franceses. De esta base surgió algo más tarde la Real Academia Bascongada de Amigos del País. El propio Conde de Peñaflorida, además de noble, llegó a ser científico, escritor y político (y Diputado en las Cortes de Madrid). Aunque nació con el permiso del rey Carlos III, cuando éste quiso recortar los Fueros, la Sociedad optó por hacerle frente. En esos años Azkoitia (además de Azpeitia) fue también testigo de importantes revueltas de agricultores molestos por el cambio de aduanas.
En la Plaza Mayor destaca el ayuntamiento con su llamativo escudo heráldico y, por otra parte, la parroquia de Nª Sª de la Asunción (en su origen, ermita de San Martin de Iraurgi); construida en los siglos XVI y XVII, nos ofrece en su interior un sobresaliente retablo y un excelente órgano "Cavaille-Coll". Entre las casas-torre podemos destacar la de Baldakua, de los siglos
XII y XIII y por tanto más antigua que la propia villa, ya que
es allí donde vivió la familia de la madre de San Ignacio.
También merecen una visita las casas de Zubieta, Idiakez o "Etxe
Beltza" (curiosa torre medieval pintada de negro tras ser quemada
en la Segunda Guerra Carlista), Insausti (barroca, sede del grupo del
Conde de Peñaflorida) y la de Floreaga.
Este municipio situado en la margen izquierda del Urola y rodeado por montes se dedica hoy en día básicamente a la industria, pero, gracias a su historia, conserva numerosas e importantes casas solariegas. Hay que decir a este respecto que, junto a Azkoitia, llevaba el título de Villa Mayor y que también como su vecina era sede cada tres años del la Gobernación del Rey y de la Diputación e, incluso, que las Juntas Generales del territorio se reunieron en sus dominios hasta el siglo XVIII. La primera cita oficial de Azpeitia data del año 1027, cuando en las Actas del Obispo de Pamplona aparece con el nombre de "Garmendia de Iraurgui". éste se convertiría más tarde en "Salvatierra de Iraurgui", hasta que en 1397 le pusieron el nombre que hoy en día conocemos. De todas maneras, fue fundada como villa en 1310 por el rey de Castilla, por aquel entonces Fernando IV. Por otra parte, hay dos hechos históricos a destacar en su historia, como son el nacimiento de San Ignacio de Loiola y la "Matxinada" o revuelta de 1766. Como sobre San Ignacio nos extenderemos más adelante, digamos sobre la citada revuelta que fue llevada a cabo junto con sus vecinos azkoitiarras y que la causa principal la constituyó el cambio de aduanas del Ebro a la costa.
El Ayuntamiento de la villa se alza en la plaza central y fue antes
sede del Monasterio de los Agustinos, como queda claro por su campanario.
En una de sus esquinas veremos el escudo de la ciudad. En medio de esta
misma plaza se encuentra el quiosco de música y es alrededor de
este lugar donde se concentra la vida y el ambiente de la villa. Cerca de la iglesia se halla la casa Antxieta, con sus interesantes trabajos en ladrillo de estilo mudéjar, construida en 1507 por orden de Juan Antxieta; este azpeitiarra llegó a ser músico de los Reyes Católicos. La construcción civil más antigua de la villa es la casa Basozabal, que encontraremos en la calle Enparan, ya que data del siglo XV; por ello, también se la conoce con el nombre de "Etxe-Zar". Otro edificio interesante lo constituye la Casa Altuna, cercano al ayuntamiento y construido así mismo en estilo mudéjar. La torre Enparan se alzó en 1520 para controlar los pasos sobre el río, aunque las construcciones adyacentes son más recientes, del año 1760. Las Fuentes de Abitain, junto con los Lavaderos Municipales, se encuentran así mismo cerca de la iglesia, junto a las antiguas murallas. Fueron construidas en 1842 en estilo neoclásico y recientemente reformadas. Otra de las curiosidades de esta villa la hallamos en el Museo Vasco del Tren, donde, además de poder contemplar viejas locomotoras, podremos viajar en una de ellas hasta el barrio de Lasao. En este Museo conoceremos diversas locomotoras, tranvías, trolebuses, automotores y vagones de todo tipo pero, además, una de las más extensas colecciones de relojes ferroviarios e incluso un museo de máquina herramienta. Visitas guiadas: de martes a sábados de 10:15 a 13:30 y de 15:30 a 19 horas; domingos y festivos a la mañana. La entrada es gratuita y se encuentra en la vieja estación de tren de Azpeitia.
Esta villa poblada por numerosos monumentos fue fundada en 1268, aunque
para el año 1050 ya aparecen los primeros escritos que hacen referencia
a ella y, como demuestran los dólmenes de los alrededores, se hallaba
poblada desde tiempos muy antiguos. Por otra parte, guarda también
su sitio en la Historia gracias al famoso "Abrazo de Bergara"
entre los generales Espartero y Maroto, que dio fin en 1839 a la Primera
Guerra Carlista.
Comenzaremos la visita en la plaza de San Martín, porque en torno a él se concentran un gran número de monumentos. Lo primero que atrapará nuestra mirada será el porticado Ayuntamiento barroco. Realizado en el siglo XVII en piedra de sillería, nos ofrece unos hermosos escudos heráldicos en el exterior y un cuadro flamenco del siglo XV en su interior. Por su parte trasera asoma el campanario de la iglesia de San Pedro y, a su lado izquierdo, la Casa Jauregi, con un maravilloso relieve que constituye un caso único en toda Gipuzkoa. Si tomamos las escaleras que nacen en frente de esta última, además de poder contemplar mejor el citado relieve, llegaremos a la Parroquia de San Pedro de Ariznoakoa. ésta puede que sea más antigua todavía que la propia villa, y fue ya comenzada a reformarse en 1521 en estilo gótico, aunque un poco más tarde se optó por el estilo renacentista y los trabajos sufrieron un retraso de nada menos que un siglo, hasta que finalmente fue inaugurada en 1646. El pórtico y la casa-torre barrocas son posteriores. En frente del Ayuntamiento se encuentra el Real Seminario de Nobles del siglo XVII. éste quedó primero en manos de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País en tiempos de la Ilustración y, con ello, constituyó el primer centro cultural de todo el Estado. Hoy en día es la sede de la UNED. A la derecha de la plaza encontramos la Casa Eizagirre, del siglo XVII, y, a partir de aquí, a lo largo de las calles Artekale y Barrenkale una amplia colección de casas solariegas: Azedo-Loiola, Irizar, Arrese, Arostegi en algunas de ellas lo que destacan son los escudos heráldicos o los pilares, en otras la decoración de las fachadas, e incluso encontraremos algún elegante balcón construido en una de las esquinas; todo ello nos volverá a demostrar que estamos hablando de una verdadera ciudad monumental. Por último, de camino a Arrasate, encontraremos las elegantes
casas-torre de las dos familias que a causa de sus luchas tuvieron una
gran influencia en la vida de la ciudad en los siglos XVI y XVII: Ozaeta
y Gabiria; también podemos contemplar la iglesia de Santa Marina
de Orixondo. Está claro, Bergara es una de las villas de Gipuzkoa
que mejor ha sabido conservar su amplio patrimonio artístico-arquitectónico.
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