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El interior de Lapurdi Urruña-Azkaine-Sara-Senpere-Ustaritze-Kanbo-Ezpeleta-Itsasu |
Urruña ha sido durante largo tiempo uno de los municipios más importantes de Lapurdi, y por extension de todo Ipar Euskal Herria, pero con el tiempo se le han ido desanexionando los núcleos más importantes, como Hendaia. Conocida desde el s. XI, situada hasta el s. XVII en la vía mas
rápida entre París y Madrid (13 días en diligencia
hasta París), sus calles (o carreteras) han sido desde siempre
lugar de paso y descanso, y, por citar otro par de ejemplos que dejan
clara su importancia, hay que decir que fue uno de los primeros puestos
de correo de Lapurdi y que el escudo del pueblo y del territorio al que
pertenece son iguales.
Aunque el municipio es bastante extenso, el centro se concentra en torno a la plaza que cruza la calle principal. De estilo típico laburdino, si tomamos uno por uno los edificios que la circundan, no tienen demasiado interés, pero en conjunto forman una de esas plazas que tanto nos agradan. La iglesia de San Vicente es de los siglos XI-XII, pero fue reconstruida en estilo barroco en el XVI, y podemos destacar en él el púlpito interior del XVIII. Fuera, en el campanario de 45 metros, se puede leer esta frase: "Vulnerat omnes, ultima necat" (Todas golpean, la última mata).
Situada al final del camino del mismo nombre, desde esta capilla situada
a 100 metros de altura puede verse hasta la costa de Las Landas. Construida
en el s. XVI en honor de la Virgen y destruida durante la Revolución,
se reconstruyó en 1813. En torno a ella veréis gran cantidad
de estelas discoidales que recuerdan a los muertos por las epidemias de
1608 y 1831.
Situado entre Behobia y Urruña, tenemos la oportunidad de sumergirnos
en un mar de flores (más de un millón), árboles y
arbustos de todo el mundo repartidos por 18 hectáreas de parque.
A ello ayudan además una red de senderos que permiten recorrer
todas las áreas en un agradable paseo de dos horas.
En sus terrenos han sido encontrados muchos monumentos megalíticos, lo que hace pensar que estas tierras fueron pobladas en la antigüedad. Aparece por primera vez en un texto escrito en 1135 con el nombre de Escan. En el siglo XVII, el sanguinario Pierre de Lancre hizo quemar vivo al cura del pueblo de nombre Arkibel, dentro de su célebre caza de brujas. Para seguir con las desgracias, después de la Revolución Francesa, su cura y sus correligionarios fueron forzados a exiliarse a Las Landas, como castigo por no admitir la nueva constitución. Por último, durante el XIX y XX fueron muchos los refugiados (el Cura Santa Cruz, antifranquistas ) que la eligieron como lugar para vivir.
Tiene un casco urbano muy pequeño pero a la vez muy coqueto, el cual merece un rato de tranquila contemplación, sobre todo su típica plaza al "estilo Lapurdi": frontón, iglesia, Ayuntamiento y fondas. En una de ellas (La Rhune) el escritor Pierre Loti creó "Ramuntcho", basándose en la vida del pelotari y cazador azkaindarra J.P. Borda "Otharre". La saga pelotari de los Ladutxe es así mismo de este pueblo. La iglesia del XVI-XVII cuenta con un pórtico de tres arcos románicos, y su hermoso campanario cuadrado está hecho con granito de Larrun. Rodeando al templo se encuentra el cementerio, donde encontraremos hasta una estela discoidal de 1657. Hay que decir que en Lapurdi y, en general, en toda Iparralde las iglesias y cementerios suelen estar unos al lado de los otros, y que la gente suele mantener a sus muertos cerca, en el centro del pueblo, no como sucede en el sur, cuanto más lejos mejor. Dentro del templo encontraremos un retablo dorado del s. XVII y tres galerías sujetadas por pilares de madera; en el suelo hay muchas lápidas, y colgando del techo un barco de pesca como ofrenda de los marinos.
Entre Sara y Azkaine se encuentra el collado de San Ignacio, estación del tren que sube hasta el punto más alto de Lapurdi. Verdadera pieza de museo, este "Petit Train" fue inaugurado en 1923 y desde entonces ha conocido pocos cambios, con lo que tenemos ante nosotros un tren de época que nos hará sentir las sensaciones de los viejos trenes, más aún cuando en los 35 minutos que dura la subida contemplaremos parajes auténticamente maravillosos. Por el camino tendremos incluso la posibilidad de avistar a los pottokas en libertad, esos pequeños caballos salvajes que viven con nosotros desde la prehistoria. Por último, el que es el último (o primer) pico de los Pirineos es capaz de ofrecernos una de las más magníficas vistas de todo Euskal Herria (pasaremos por alto las antenas y las nuevas ventas). Desde esta atalaya de 360º, con la ayuda del tiempo y el mapa orientativo que tenemos a nuestra disposición, nuestra vista llegará desde los Pirineos hasta la costa entre Donostia y Baiona, y en general hasta una buena porción de nuestros Siete Territorios. Horario: de marzo a noviembre desde las 9 de la mañana (en verano 8:30). Salidas en función de la gente y el tiempo (en general, cada 35 minutos). Billete de ida y vuelta: 9 €por adulto, 5,25 €por niño.
El viejo refrán dice que en Sara hay que tomarse las cosas con
calma, "Saran astia", esto es, que conozcamos su vida tranquila,
sus preciosos caseríos o sus antiguas cuevas
sin prisas y
dejando pasar el tiempo que dedicamos a admirarlo todo. A todo ello sumémosle el misterio que rodea a sus famosas cuevas
y las leyendas sobre sus contrabandistas, y nos quedará un conjunto
muy atrayente. Y tanto, porque por aquí han pasado entre otros
Pedro Axular (de cura en Sara escribió "Gero"), Napoleón
III y Eugenia, Luis Mariano, Winston Churchill
y, cómo no,
nuestro venerado antropólogo Jose Migel Barandiaran, quien a su
vuelta a Ataun llamó a su caserío "Sara".
Sara es un pueblo disperso en varios barrios de caseríos que une un centro pequeño pero muy bonito, con (¡cómo no!) su frontón, Ayuntamiento, iglesia y posadas. Eso sí, comparado con otros pueblos de Lapurdi, su plaza es de mayor tamaño a causa de su espectacular frontón, apropiado para el rebote y por tanto más largo, y todavía mas bonita, ya que las casas que la rodean son a cada cual más vistosa. Por desgracia, el frontón sirve demasiadas veces de aparcamiento, haciendo trizas esta imagen de postal. Por último, el frontón nos descubre unas gradas muy irregulares y espectaculares, como en muy pocos sitios más existen. De frente al frontón, hemos dejado atrás el Ayuntamiento,
"camuflado" entre hermosas casonas, y a un lado el robusto campanario
del templo de San Martín, con una de esas frases sobre el reloj,
que guardan un gran significado: Oren guziek dute-->Todas las horas El cementerio, como es costumbre en Iparralde, se encuentra en torno a la iglesia, del siglo XVII, dentro de la cual encontramos, entre otros, cinco retablos y una figura medieval de Cristo, las correspondientes galerías de madera para hombres (las mujeres oían misa abajo) y las lápidas a ras de tierra. Por último, también veremos una inscripción del príncipe francés y amante de la cultura vasca Luis Luciano Bonaparte, que nos recuerda que el escritor Axular fue cura de esta iglesia. Después de conocer la plaza, os recomendamos hacer una excursión para conocer los magníficos caseríos de Sara; en principio, por cualquiera de sus barrios, porque en todos son bonitos: varios de los más elegantes los tenéis en el barrio de Lehenbiskai, al sur del centro y de camino a las cuevas (dejando el frontón a la izquierda, tomad a la derecha en la plaza).
Este pintoresco pueblo ha tenido un papel muy importante en la historia de todo el Territorio, ya que durante bastantes siglos ha sido su capital. Con el comienzo de la dominación inglesa, los nobles de Lapurdi organizaron su propia rebelión, pero, como consecuencia de su fracaso y del consiguiente exilio al que los castigó el rey Richard "Corazón de León", optaron por refugiarse en Uztaritze y proclamarla capital de Lapurdi. De esta manera, el Biltzar o Junta de Lapurdi se ha venido celebrando en su hoy Ayuntamiento (como reza la placa a la entrada) hasta 1790. Los hermanos Garat, que tanto dieron que hablar en la época revolucionaria y más tarde, eran originarios de Uztaritze. Dominique y Dominique-Joseph tomaron parte en los Estados Generales de 1789 y allí pidieron crear un departamento vasco. Más tarde, el destinatario de la petición sería el propio Napoleón, en la forma de un País Vasco (norte y sur) unido bajo la batuta de Francia. Por otra parte, aunque el municipio conoció tiempos de prosperidad en la Edad Media al pasar por aquí la ruta comercial entre Baiona y el interior, muchos habitantes tuvieron que hacer las Américas, tal y como muestran las numerosas mansiones coloniales de quienes volvieron a su tierra después de enriquecerse.
Aunque el pueblo de por sí vive desperdigado, la mayor parte de los edificios interesantes los encontramos en el barrio central de Hiribehera, sobre todo en torno al Ayuntamiento. En medio del espacio abierto a su frente tenemos, por ejemplo, el palacio neobarroco Lota, hoy en día oficina de turismo y donde se encuentran las oficinas centrales del Consejo de Cultura Vasca EKE, y que veremos fácilmente por su valor artístico y por que a su alrededor no hay nada. Delante suyo tenemos una iglesia neogótica, y por el otro lado
el edificio que ha marcado la vida de Uztaritze y Lapurdi durante siglos,
el espectacular Ayuntamiento hoy y Biltzar-Toki o Casa de Juntas ayer.
A su frente se alarga la calle principal, pero nosotros, de momento, optaremos
por tomar una pequeña calle paralela a la anterior, a la derecha
de la fachada consistorial, una de las más bonitas de todo Lapurdi,
con impresionantes casonas que os surgirán una detrás de
otra. Yendo a Baiona, en el barrio de Herauritz, tenemos la capilla de Santa
Catarina, y al otro lado de la plaza el Palacio de Hodienea (s. XVIII),
propiedad de la familia Hodi, antigua consejera del Rey. Por último,
a lo largo del pueblo encontraréis más de una casa de estilo
colonial, con nombres tan sugerentes como Guadalupe, California
Itsasu es un pueblo típico y agradable, dividido en dos núcleos,
que goza de unos alrededores inmejorables y se dedica a la agricultura
y al turismo, pero es además la cuna del movimiento abertzale Enbata,
que tuvo gran trascendencia en todo Iparralde, como nos muestra el monolito
junto a la iglesia.
A la entrada del desfiladero del Errobi, yendo por un camino muy estrecho, tenemos este curioso arco tallado en la roca junto al río, con el suficiente espacio para que pueda pasar una persona. Según la leyenda, el agujero es obra de la mítica espada "Duranbal" del lugarteniente de Carlomagno, realizado para que la tropa pudiera pasar por allí camino de Zaragoza. De todos modos, la realidad nos dice que sería obra de algunos caseros de la zona de Laxia, que veían su camino a Itsasu obstaculizado por la roca. De una u otra manera, lo cierto es que hoy en día este enigmático
arco es la última pieza de un sorprendente conjunto: en medio del
espectacular desfiladero, con un paisaje de fondo formado por caseríos,
montes y campos, junto al río que sigue su camino al lado de la
roca
El monte más alto de Lapurdi (926 metros) es también lugar
de varias leyendas mitológicas, y es mucho menos conocido (por
lo menos en Hegoalde) de lo que merece, por lo que para más de
uno puede ser la sorpresa de su viaje. Además, teniendo en cuenta
que se puede llegar hasta la cima en automóvil, no hay excusa que
valga.
Hoy, reunidos bajo el árbol que hemos plantado este 15 de abril,
día de Aberri Eguna de 1963, esto es lo que manifestamos
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