Estamos en una profunda crisis ecosocial global, y de la agricultura europea y andaluza en particular. En ese contexto global se enmarca la experiencia cooperativa de Marinaleda en la tercera década del siglo XXI. En esta localidad del medio rural andaluz existe una política económica local basada en un proyecto cooperativo con origen en la reivindicación colectiva por el uso de la tierra (“la tierra pa quien la trabaja”). Los pilares de este proyecto son la propiedad pública de la tierra y la autogestión cooperativa bajo objetivos comunitarios. Tras tres décadas, esas tierras son el principal impulso de la economía local y se han convertido en una experiencia socioeconómica exitosa con base en la agricultura, precisamente en un momento de crisis del sector en Andalucía y en la mayor parte de Europa. Y, sin embargo, ese modelo lo está poniendo en peligro la propia Junta de Andalucía.
“El agua no la aminoro/ yo voy a la fuente y bebo/ y el agua no la aminoro/
Lo que hago es aumentarla/ con las lágrimas que lloro.”
(Letra flamenca)
Estamos en una profunda crisis ecosocial global, y de la agricultura europea y andaluza en particular. Al mismo tiempo, la pérdida de suelo fértil provoca que el terreno agrícola productivo aumente su precio. La inversión en tierra se convierte de este modo en un “activo rentable” para los fondos financieros especulativos y los grandes inversores. Estos, cuando llegan al campo, intentan sacarle jugo de la forma más rápida posible a través de la superintensificación productiva. A la vez, la conversión de la agricultura en una industria extractiva agudiza la erosión y empobrecimiento de los suelos, así como la pérdida de nutrientes y biodiversidad. La tierra, de este modo, se convierte en un bien escaso que supone una enorme oportunidad de negocio.
En ese contexto global se enmarca la experiencia cooperativa de Marinaleda en la tercera década del siglo XXI. En la localidad de Marinaleda existe una política económica local basada en un proyecto cooperativo con origen en la reivindicación colectiva por el uso de la tierra (“la tierra pa quien la trabaja”). Este proyecto está compuesto formalmente por ocho cooperativas de trabajo asociado, aunque la gestión de todas ellas es única. Estas cooperativas gestionan la finca de Los Humosos, propiedad de la Junta de Andalucía (a la cual se le paga un canon), desde que formalizó su compra al Duque del Infantado en la última década del siglo XX y tras la reivindicación continuada de las jornaleras y jornaleros de Marinaleda1
Los pilares de este proyecto son la propiedad pública de la tierra y la autogestión cooperativa bajo objetivos comunitarios, tal y como desarrollaremos a continuación2. Tras tres décadas, esas tierras son el principal impulso de la economía local y se han convertido en una experiencia socioeconómica exitosa con base en la agricultura, precisamente en un momento de crisis del sector en Andalucía y en la mayor parte de Europa. Y, sin embargo, ese modelo está bajo amenaza por causas ajenas a factores económicos y empresariales. En junio de 2021, la Junta de Andalucía emitió una orden de desalojo de la finca. Desde entonces, las cooperativas están interponiendo recursos judiciales a la espera de una solución dialogada con la administración pública andaluza que permita dar continuidad a este modelo cooperativo.
A continuación vamos a retroceder en el tiempo para explicar cómo hemos llegado hasta aquí.
“Yo no quiero na de nadie/ yo sólo quiero lo mío:/ aquello que me robaron/ antes de haber nacío”
(José Luis Ortiz Nuevo)
La historia económica del medio rural del sur se caracteriza por la secular y extrema desigualdad en la apropiación del excedente económico generada por todos los habitantes de ese territorio. El sistema latifundista propició el que muy pocas personas lo tuvieran casi todo, mientras que las mayorías se quedaban sin nada. Para explicar esta situación podemos seguir a José Acosta Sánchez quien localiza “dos grandes rupturas de la historia de Andalucía”3. Una primera, la conquista y colonización por Castilla, que supone el comienzo de un nuevo modo de organización económica y social para Andalucía que va a suponer una fuerte polarización social entre los “agraciados” en el reparto de tierra y quienes solo tienen sus cuerpos para buscarse el sustento4. La segunda gran ruptura se produce con la “implantación del capitalismo español” durante el siglo XIX. Tras la independencia de las colonias americanas, Andalucía se convierte en las “Indias alternativas e interiores” para el Estado español, en una “colonia latifundista” con un enorme porcentaje de población en situación de pobreza y necesidad5, y donde los recursos se encontraban o bien en manos de una minoría oligárquica local, o bien en manos de capitales foráneos.
Bastante más próximo en el tiempo, el “desarrollismo” español de la década de 1960 supuso para zonas del medio rural andaluz como la comarca de Marinaleda la masiva emigración de su población a zonas industrializadas. La escasez de fuerza de trabajo fue un factor relevante para la “revolución verde” y la mecanización del campo y, de este modo, para la disminución de la necesidad de fuerza de trabajo. El sentimiento antilatifundista de las jornaleras y jornaleros andaluces los analiza en profundidad Joan Martínez Alier6, y se basa en la ilegitimidad de un sistema que los condena a ser estructuralmente fuerza de trabajo “de alquiler”. Ese es el origen de la reivindicación del reparto como sistema legítimo de devolución de la tierra a aquellos con los que realmente mantienen un vínculo.
Marinaleda es una localidad sevillana con una población de 2.586 habitantes en 20237, ubicada en el medio rural andaluz, entre los extensos términos de Écija, Osuna y Estepa; es decir, entre las comarcas de la Sierra Sur y la Campiña Sevillana. Es una localidad con una abrumadora mayoría de población jornalera: personas trabajadoras agrícolas eventuales por cuenta ajena. El término municipal se encuentra en una zona con una estructura de la propiedad agraria fuertemente concentrada.
Esta localidad, desde los años finales de la dictadura de Franco y el comienzo del nuevo sistema político, se ha caracterizado por la intensidad de sus protestas sociales, denominadas en la población “luchas”, que han estado fundamentalmente motivadas por un cuestionamiento radical de dicha estructura de la propiedad marcada por la concentración de la tierra en manos de pocos propietarios latifundistas. Estas acciones convirtieron a Marinaleda en un referente para todo el movimiento sindical y político jornalero andaluz.
Desde mediados de la década de 1970 se fue conformando un pequeño grupo de personas que posteriormente sería el núcleo sindical local, influenciado y en contacto con personas y organizaciones de fuera de la localidad8. En 1978, el sindicato local tenía ya el apoyo mayoritario del pueblo y para poder presentarse a las elecciones como partido político se creó la CUT (Candidatura Unitaria de Trabajadores). Con estas siglas, el primer secretario local del sindicato se convirtió en 1979 en alcalde de Marinaleda. Juan Manuel Sánchez Gordillo se convertiría en una figura que sobresale del resto de los miembros del sindicato y cuyo liderazgo en todo el proceso ha sido muy relevante hasta su salida de la alcaldía en 20239.
En el verano de 1980, poco tiempo después de que la CUT ganara las elecciones locales, la asamblea de jornaleras y jornaleros de Marinaleda decidió iniciar una huelga de hambre (que acabará durando 12 días) para exigir la Reforma Agraria y el aumento de las partidas presupuestarias del Empleo Comunitario. También fue muy relevante la protesta en el pantano de Cordobilla, en la que entre 100 y 150 personas estuvieron acampadas por espacio de un mes. En el resto de Andalucía también había en esos momentos múltiples protestas, en su mayoría protagonizadas por el SOC (la ocupación de la finca de Bocatinaja en la Sierra Sur; la marcha de jornaleros por los pueblos de la Sierra Sur; la ocupación en Puerto Serrano de la finca “El Indiano” en 1983, propiedad del holding de RUMASA, etc.). En toda esta trayectoria de protestas, las reivindicaciones de la gente de Marinaleda tenían un hilo conductor: para un medio o largo plazo, se exigían soluciones agrarias que permitieran unas condiciones salariales y de trabajo dignas, sin olvidar que esas condiciones se vincularan al trabajo de la tierra10.
Fue en 1984 cuando, obligados por las circunstancias sociales (las reivindicaciones jornaleras andaluzas iban en aumento), el Parlamento andaluz aprobó la Ley de Reforma Agraria. Aunque posteriormente la ley fue arrinconada por el propio partido que la aprobó (el PSOE), se instauró la posibilidad del acceso a la tierra en régimen de arriendo a cooperativas pequeñas que contaran entre cinco y quince miembros y demostraran experiencia agraria (garantizada ésta por diplomas de cursillos de capacitación agraria) y que fuesen trabajadores agrícolas eventuales11.
En 1985, la asamblea del sindicato de Marinaleda decidió ocupar Los Humosos, una finca cercana a Marinaleda propiedad del Duque del Infantado y de una extensión de 1.159 hectáreas. La reivindicación se realizó mediante la ocupación temporal de unas 350 o 400 personas (la cantidad dependía de los turnos que se hacían). En un principio, estas personas se trasladaban a pie desde el pueblo a la finca (16 km), la ocupaban y esperaban allí hasta que viniera la prensa y la Guardia Civil. Así lo hicieron durante varios veranos. El objetivo desde el principio fue conseguir el uso de la tierra para poder cultivarla y gestionarla por las jornaleras y jornaleros del pueblo a través de cooperativas. El objetivo se logró en 1991, cuando la Junta de Andalucía hizo el concurso para el reparto de las tierras (que había expropiado y pagado a precio de mercado al Duque del Infantado) a los nuevos cooperativistas. Después de más de diez años de reivindicaciones y luchas casi ininterrumpidas, la Junta de Andalucía (a través del Instituto Andaluz de Reforma y Desarrollo Agrario) concedió el arrendamiento a ocho cooperativas conformadas por personas de Marinaleda.
“Piden tierra y se la niegan/ tierra para trabajar/ hay otros que piden más armas/ para hacer la guerra/ y a esos sí que se la dan”
(José Domínguez, El Cabrero)
En el origen se crearon el número de cooperativas necesarias para recibir las hectáreas acordadas. No obstante, desde ese momento se comenzó a preparar todo organizativa y técnicamente para que la tierras de El Humoso fueran gestionadas como una única unidad de producción. El número inicial de personas cooperativistas fue de 96 (12 por cada una de las ocho cooperativas)12. Posteriormente hubo innumerables problemas burocráticos y legales que hicieron que hasta 1994 no se pudieran sembrar y cosechar los primeros cultivos. El capital social inicial se hizo trabajando sin cobrar. Es decir, las personas socias no aportaron capital, sino que aportaron su fuerza de trabajo.
La organización inicial de la cooperativa necesitó de muchas reuniones y asambleas. Desde el principio, el debate tuvo como base importante estructurar una organización donde se primara la igualdad y equidad (en el trabajo, el salario, etc.). Por otro lado, el objetivo final de la gestión cooperativa fue la creación del máximo número posible de empleos de calidad. Por eso, desde el origen (incluso antes de obtener la tierra), se tuvo claro la necesidad de que las tierras de secano pasaran a ser de regadío y, de ese modo, poder cultivar productos intensivos en mano de obra (habas, alcachofas, pimientos, etc.).
El sistema productivo cooperativo fue creciendo con la construcción de un molino de aceite y una fábrica de conservas. Además, hubo importantes inversiones y mejoras en la finca (riego, plantación de olivar, invernaderos, etc.). Los procesos de mejora e inversiones realizadas en los últimos veinte años han supuesto un esfuerzo por parte de los trabajadores y trabajadoras de más de 16 millones de euros13.
No obstante, tras la crisis económica mundial de 2008 se vivió la crisis particular de la cooperativa. En esa época la gestión se llevaba a cabo a través de una comisión en la que tenía un gran peso la figura del gerente, siempre en coordinación y colaboración con la alcaldía del municipio. Entre aproximadamente 2011 y 2015 se acumuló una deuda que llegó a alcanzar casi los 3 millones de euros. La causa principal de la acumulación de esta deuda fue el exceso de producción de productos hortícolas y los bajos precios de los mismos (además, el precio del aceite de oliv no alcanzaba ni muchísimo menos los precios que han alcanzado posteriormente). La perseverancia en el objetivo de alcanzar el máximo empleo posible incluso en momentos de crisis económica provocó pérdidas importantes para la cooperativa.
A partir de 2015 se pusieron en marcha una serie de medidas para solventar la situación, entre las que destacan las dos siguientes: una, lograr la financiación de la cooperativa de servicios financieros éticos y solidarios Coop57; y dos, conformar una comisión cooperativa compuesta por personas con experiencia en cada área y que se guio por una autogestión colectiva del proyecto.
“Marinaleda está en tu mano” fue el lema de la campaña que se propuso, a partir de mayo de 2015, la obtención de una financiación de urgencia de 600.000 euros. Ese dinero se obtuvo mediante la emisión de títulos participativos gestionados por Coop57, cada uno de los cuales equivalía a una aportación de 1.000 euros14. Esa campaña supuso la elaboración de una hoja de ruta llamada “Plan Estratégico 2015-2025” en el que, de manera gradual, se evaluarían diversas propuestas para la mejora de la cooperativa. La campaña fue todo un éxito, pues se lograron los objetivos propuestos y sirvió como balón financiero de oxígeno en un momento delicado para la cooperativa. Desde entonces, las cooperativas de Marinaleda y Coop57 Andalucía han mantenido una estrecha colaboración e intercooperación15.
Por otro lado, a partir de esa crisis la cooperativa ha sido gestionada en sus aspectos básicos por la denominada “comisión cooperativa”. Este órgano de gestión está compuesta por responsables de cada área (campo, molino, industria y administración), así como por otras personas cooperativistas y asesores externos. El modelo de toma de decisiones es colectivo, con debate y participación de personas con mucha experiencia en la cooperativa y que pasaron tras muchos años de trabajo de ser simples jornaleros a conocedores expertos en diversas materias.
En la década de 2020, y especialmente tras la pandemia, la cooperativa de Marinaleda se ha consolidado como el elemento económico central del proyecto de transformación global de la localidad. Se trata de una experiencia socioeconómica que se ha convertido en un referente para multitud de colectivos, grupos y personas, no sólo de Andalucía, sino de otros lugares del mundo16.
En síntesis, esta experiencia cooperativa se caracteriza a día de hoy por los siguientes elementos, que podrían denominarse “modo de producción y gestión cooperativa jornalera”. En primer lugar, el objetivo general y esencial de todo el sistema productivo cooperativo local continúa siendo, como desde el principio, la generación de la máxima cantidad posible de empleo de calidad. En este sentido, el objetivo ha seguido imponiéndose, y lográndose, incluso en los momentos de crisis económica global. Esto ha determinado un modo de gestión del uso de los recursos y excedentes económicos, siempre desde la consideración como una única unidad productiva de la totalidad de la finca, lo que incluye las instalaciones agroindustriales generadas. De este modo se han generado economías de escala que propician una gran productividad. Esta productividad ha dado lugar a excedentes que se han repartido mediante salarios y condiciones dignas de empleo entre un gran número de personas de Marinaleda y su comarca. Por un lado, la producción en campo de unos determinados cultivos y, por otro lado, la estrategia de avanzar en la cadena de valor del proceso productivo mediante el impulso y las continuas inversiones en las áreas industriales de la cooperativa, tanto en la producción de aceite como de conservas vegetales.
Gran productividad muy distribuida, con base en los valores jornaleros de unión y cumplir con reparto. Estas podrían ser las principales características de la forma jornalera de trabajar, gestionar y producir de Marinaleda. Con base en éstas se han ido desarrollando y asentando otros dos elementos básicos que, de un modo u otro, estaban desde el principio en la base del proyecto: la autogestión cooperativa y la consideración de la tierra como un bien común.
“Con lo poquito que había/ yo hice una partición/ mis hermanos son aquellos/ que tengan igual que yo”
(Letra popular)
Del mítico lema “la tierra pa quien la trabaja”, en la Andalucía actual se ha pasado mayoritariamente a “la tierra para quien especula”. Andalucía no se salva del acaparamiento y control especulativo de la tierra por grandes fondos de capital (así como el agua, las ciudades, los servicios públicos, las universidades, etc.). Desde la crisis de 2007-2008, la tierra de Andalucía se ha concentrado todavía más de lo que ya lo estaba en unos pocos propietarios. En múltiples casos, en principio fueron grandes constructoras las que compraron tierra cultivable. Tras la caída de éstas, las tierras pasaron a manos de los bancos y estos han acabado vendiéndolas a fondos especulativos de inversión17.
Con la pandemia del Covid-19, las inversiones de capital foráneo en la agricultura andaluza aumentaron aun más. En 2021, Andalucía se situó a la cabeza de las comunidades autónomas españolas en la lista de compraventas de fincas rústicas, con 2.211 operaciones. Durante 2022 se alcanzaron las cotas más altas de los últimos quince años en las compraventas de terreno rústico, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los fondos de inversión están detrás de prácticamente todas las operaciones de mayor envergadura y de la mayoría parte de las nuevas plantaciones, superintensivas o intensivas18. El traspaso de tierras desde quienes tradicionalmente han mantenido la agricultura a los fondos especuladores está provocando cambios drásticos en la configuración del campo. Hay menos explotaciones agrarias, cada vez más grandes y menos familiares. En Andalucía, por resumir, los fondos son los “nuevos amos”19.
La privatización y el avance del acaparamiento de los recursos han tenido como aliadas las políticas de desarrollo local neoliberal, es decir, la política económica local implementada en Andalucía (y otras muchas economías) en los últimos treinta años. A grandes rasgos, esta política ha consistido en favorecer la creación o instalación en los pueblos y comarcas de empresas capitalistas que “pusieran en valor los recursos locales”, que sirvieran de impulso para el “emprendimiento”. Los resultados han sido claros en la mayor parte de las localidades andaluzas: subvenciones y ayudas para quienes más poseían, y más precariedad y emigración para las mayorías20.
Frente a estas dinámicas, como han subrayado Dardot y Laval, lo “común” es un término central de la alternativa al capitalismo neoliberal21. En muchos casos, es un principio de los movimientos que han resistido a la dinámica del capital, una fórmula propia de los movimientos y corrientes de pensamiento que quieren oponerse a la tendencia principal de nuestra época: la extensión de la apropiación privada (enclosures, cercamientos) a todas las esferas de la sociedad, de la cultura y de la vida. Hoy día se entiende por “común” a todo aquello que podría convertirse en blanco de privatizaciones, cercamientos, procesos de mercantilización, pillajes y destrucciones llevados a cabo en nombre del capitalismo neoliberal. Por ese motivo, crear o recuperar comunes contiene una orientación universal de las luchas contra el capitalismo en su fase neoliberal: la decisión de reapropiarse, colectivamente y de forma democrática, de recursos y espacios acaparados por los oligopolios privados y los intermediarios y fondos financieros. En palabras de Silvia Federici, “hoy, como ayer, la mayor inspiración para la transformación social viene de los pueblos que viven y crean comunes; gentes que resisten a las relaciones de poder asimétricas que destruyen el procomún, los bienes comunes, el común”22.
Para avanzar en estas propuestas nos parece de interés la idea de “economía moral” de E. P. Thompson23.. La “economía moral” designa el conjunto de valores que las clases subalternas inglesas del siglo XVII y XVIII utilizaron para resistir los ataques desposeedores y privatizadores de la economía política capitalista contra los bienes comunes y el derecho comunal. Esa tradición y cultura plebeya radical promovió una reformulación más “reconciliada con los nuevos medios de producción”, que ya no buscaba simplemente el reparto de la tierra u otros medios de producción y vida entre propietarios individuales, sino un control social cooperativo frente al funcionamiento de la economía capitalista. Thompson nos invita a repensar la apuesta anticapitalista desde una “cultura popular innovadora”, que diseñe los mecanismos institucionales para garantizar universal e incondicionalmente el derecho a la existencia, que permita atender de forma justa las necesidades de cuidados de las personas, que recupere la dimensión ecológica de los bienes comunes, que subordine los derechos de propiedad a las reglas definidas democráticamente en vistas al bien común, y que fomente los impulsos sociales desalentando los “impulsos adquisitivos” y la “gran apatía”. Y es que, nos dice Thompson, para poder creer en la democracia debemos creer en la existencia de una cultura popular creativa e innovadora.
Durante toda su vida, E. P. Thompson pretendió explicar la realidad de tal manera que, sin perder la objetividad ni idealizar el pasado o remitir a un futuro desconocido, se muestren los recursos disponibles en nuestro presente para transformar esa realidad. La Marinaleda cooperativa es un recurso, es un ejemplo vivo de cómo se puede transformar la realidad andaluza en búsqueda de la mejora de la vida de la gente. Es un ejemplo de pueblo que ha creado un común, un pueblo que ha resistido a las relaciones capitalistas de poder asimétricas que destruyen los bienes comunes.
La experiencia cooperativa jornalera que sobrevivió, primero, a la crisis económica de 2008, y a la pandemia, después, está en peligro por razones eminentemente políticas (en el sentido partidista e institucional del término). En 2024 se han cumplido cuarenta años de la aprobación de la Ley de Reforma Agraria de Andalucía. En 2011, el gobierno andaluz desmanteló el IARA (Instituto Andaluz de Reforma Agraria) e inició la privatización de las 50.000 hectáreas que se habían hecho públicas a través de la ley. Con base en aquella ley de 201124 y el Decreto 78/202125, el gobierno andaluz emitió una orden de desalojo en junio de ese año 2021. En febrero de 2024, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dio la razón al ejecutivo andaluz frente al recurso interpuesto por las cooperativas a finales de 2021. Posteriormente, las cooperativas han recurrido en casación ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Aunque el Ayuntamiento de Marinaleda tiene un derecho de adquisición preferente, apenas tiene posibilidad de adquirir las tierras si la Junta realiza una subasta al mejor postor, en un contexto como el actual caracterizado por la masiva inversión de grandes fondos especulativos en el campo andaluz26. En el momento en que se escriben estas líneas, noviembre de 2024, las 1.200 hectáreas de la finca El Humoso, eje del proyecto cooperativo de Marinaleda, continúan siendo propiedad de la Junta de Andalucía y existen conversaciones entre las partes para que la finca siga siendo de propiedad pública (ya sea de la Junta o del Ayuntamiento de Marinaleda) y pueda seguir siendo gestionada por las cooperativas.
Tal y como se ha expuesto más arriba, uno de los elementos fundamentales del proyecto, si no el principal, es la consideración de la tierra como un bien común; la tierra, por la que se luchó colectivamente, no debe ser privatizada, mercantilizada. A lo largo de estos años, desde las cooperativas de Marinaleda se ha mantenido que las tierras deben continuar siendo públicas o, como mal menor, adquiridas por una fundación sin ánimo de lucro que permita continuar con la práctica de la tierra como común27. Por ello, el proyecto cooperativo de Marinaleda se enmarca en una “economía moral” que designa un conjunto de valores y reglas que están sirviendo para resistir los ataques desposeedores y privatizadores de la economía política capitalista contra un bien común: la tierra. Se trata de un proyecto que está en contra de la privatización de la tierra y el control de la misma por propietarios individuales, y que apuesta por un control social cooperativo-colectivo frente a la economía capitalista de mercado que lleva a la Andalucía rural al colapso social y ecológico.
A partir de los elementos y factores contemplados, así como de la aspiración a la continua mejora (en la lucha contra el patriarcado, en la gestión ecológica, en necesarios avances en la comercialización ética y solidaria, etc.), el proyecto cooperativo de Marinaleda constituye un ejemplo tangible y, desde luego, un caso de análisis en la búsqueda de una política económica comunitaria local alternativa. Es una experiencia para repensar la apuesta anticapitalista desde una cultura popular innovadora andaluza, que diseñe los mecanismos institucionales para garantizar el derecho a la existencia (el “vivir donde quieras”, no donde el mercado determine), que permita atender de forma justa las necesidades de cuidados de las personas, o que recupere la dimensión ecológica de los bienes comunes. En definitiva, una alternativa que subordine los derechos de propiedad especulativos y destructores al bien común.
1 Ocaña Escolar, L. (2006): Los orígenes del SOC (1975-1977). De las comisiones de jornaleros al I Congreso del Sindicato de Obreros del Campo de Andalucía. Atrapasueños editorial.
2 Herrero, Y. y García Jurado, O. (2024): Los nuevos señoritos del campo, en CTXT. Disponible en: https://ctxt.es/es/20240101/Politica/45321/Oscar-Garcia-Yayo-Herrero-Marinaleda-venta-fondos-de-inversion-andalucia-campo.htm
3 Arenas Posadas, C. (2022): Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial. Ed. El Paseo.
4 Delgado Cabeza, M. (1981): Dependencia y marginación de la economía andaluza. Córdoba: Publicaciones del Monte de Piedad.
5 Arenas Posadas, C. (2015): Poder, economía y sociedad en el sur: historia e instituciones del capitalismo andaluz. Sevilla: Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces.
6 Martínez Alier, J. (1968): La estabilidad del latifundismo. París: Ed. Ruedo Ibérico.
7 Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. Explotación de los Censos de Población y Vivienda del INE.
8 La organización con mayor influencia en el pueblo fue el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) y personas como Diamantino García, uno de los fundadores de dicho sindicato en 1976, protagonista y dinamizador de varias luchas radicales y considerado por muchos como “el cura de los pobres”.
9 Mateo i Puente, S (2011): Marinaleda: una aproximación a su antropología económica y política. Tesina, Universidad de Barcelona.
10 Esta información se ha obtenido a partir de múltiples conversaciones con Juan Prieto, persona que participó en las cooperativas desde el principio y que en la actualidad es presidente de la cooperativa de segundo grado, Marinaleda SCA.
11 Moreno, C. (2019): 35 años de la Ley de Reforma Agraria de Andalucía: la tierra hoy, en menos y peores manos. En red: https://portaldeandalucia.org/opinion/tribuna-abierta/35-anos-de-la-ley-de-reforma-agraria-de-andalucia-la-tierra-hoy-en-menos-y-peores-manos/
12 A día de hoy, la cooperativa Marinaleda S.C.A. es una cooperativa de segundo grado dedicada al manipulado y elaboración y transformación industrial de la producción agrícola de las ocho cooperativas que actualmente gestionan la finca “El Humoso” y que son: “Los Jornaleros” S.C.A.; “Tierra, trabajo y libertad” S.C.A; “Domingos Rojos” S.C.A.; “Los Moledores” S.C.A.; “El Ciervo” S.C.A.; “Hierbabuena” S.C.A.; “Camilo Cienfuegos” S.C.A.; “Los Compañeros” S.C.A.
13 Datos suministrados por el área de gestión de la cooperativa. Estos datos han sido aportados a la Junta de Andalucía y utilizados en los recursos judiciales interpuestos en los últimos años.
14 Conil, D. y Morales, L. (2015): Marinaleda. Construyendo posibles, en El Topo. https://eltopo.org/marinaleda/
15 Varios autores (2023): Los proyectos que nacen de la tierra: las cooperativas de Marinaleda y La Zarza, en Portal de Andalucía. En línea: https://portaldeandalucia.org/opinion/los-proyectos-que-nacen-de-la-tierra-las-cooperativas-de-marinaleda-y-la-zarza/.
16 Destaca en este sentido el artículo publicado en New York Times en mayo de 2009 titulado “A Job and No Mortgage for All in a Spanish Town”. En línea: https://www.nytimes.com/2009/05/26/world/europe/26spain.html.
17 Moreno, C. (2019): 35 años de la Ley de Reforma Agraria de Andalucía: la tierra hoy, en menos y peores manos, en Portal de Andalucía. En línea: https://portaldeandalucia.org/opinion/tribuna-abierta/35-anos-de-la-ley-de-reforma-agraria-de-andalucia-la-tierra-hoy-en-menos-y-peores-manos/.
18 Las entradas de estos capitales son muy fuertes en empresas que forman parte de la cadena de valor agrícola o en la industria agroalimentaria andaluza. Es el caso de la conservera ALSUR. Los fondos de inversión Acon Southern Europe y Quarza Inversiones se han hecho con la mayoría de Sola de Antequera, empresa especializada en la fabricación de conservas vegetales, principalmente de alcachofa, judías, habitas y pimientos.
19 López Letón, S. (2022): Los fondos son los nuevos terratenientes del campo español, en El País. En línea: https://elpais.com/economia/negocios/2022-12-31/los-fondos-son-los-nuevos-terratenientes-del-campo-espanol.html.
20 García Jurado, O. (2016): Sistemas Productivos Locales y desarrollo local de Andalucía (1998-2012): estudio de caso de la aceituna de mesa de Morón de la Frontera. Tesis doctoral, Universidad de Sevilla.
21 Dardot, P. y Laval, C. (2015): Común. Barcelona: Gedisa Editorial.
22 Federici, S. (2020): Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes. Madrid: Traficantes de Sueños.
23 Thompson, E. P. (2019): Costumbres en común. Estudios sobre la cultura popular. Madrid: Capitán Swing.
24 Ley 1/2011, de 17 de febrero, de reordenación del sector público de Andalucía.
25 De 2 de febrero, por el que se establece el procedimiento para la enajenación de tierras vacantes procedentes del extinto Instituto Andaluz de Reforma Agraria. Según el letrado de las cooperativas, Jesús Sendra Grado, “la orden de desalojo es de la Ley de 2011 y el decreto de 2021 lo que vino a hacer es intentar paliar el desaguisado incluyendo la posibilidad de venta con preferencia a los municipios (un mero “maquillaje” para el caso de Marinaleda pues a los precios de mercado le es imposible adquirir), y luego establecer el procedimiento de venta puro y duro, es decir la mecanica cien por cien lucrativa para desmantelar lo que llevaba siendo publico casi medio siglo.” (Entrevista realizada el 15 de noviembre 2024).
26 Bocanegra, R. (2024): “Una sentencia abre la puerta a la venta de las tierras de la emblemática cooperativa de Marinaleda”, en Público. En red: https://www.publico.es/politica/sentencia-abre-puerta-venta-tierras-emblematica-cooperativa-marinaleda.html
27 La propuesta de creación de una fundación sin ánimo de lucro tenía como objetivo impedir la compra y venta de la tierra, en caso de no poder continuar siendo pública. Es decir, vincular la tierra a una entidad que impida su mercantilización y permita continuar con el proyecto cooperativo de Marinaleda.
Marinaleda Cooperativa, la construcción histórica de un común - etzi.pm.